A lo mejor te gusta trabajar.
A lo mejor no te gusta.
Mucha gente me dice que el trabajo es salud.
Otros dicen que dignifica a la persona.
También los hay que le tienen alergia.
Pufff… yo no lo sé.
Supongo que dependerá del puesto y de la persona. Del momento. De tu motivación. De que te guste más o menos. De que reconozcan lo que haces. No lo sé.
¿Te pasa a ti también?
Hay trabajos que me gustan más que otros.
En ocasiones da gusto hacer las cosas bien.
Pero otras veces dan ganas de mandarlo todo a la porra. Por no decir a la mierda, que así escrito se ve peor. Y, sinceramente, prefiero no llamar la atención con tacos ni estridencias de ese tipo.
¿Te digo qué?
En esas ocasiones, cuando estás hasta la coronilla, es cuando me pongo de parte del que se escaquea. Lo siento y no lo siento. De verdad. O sea, no lo siento.
Reconozco que la actitud es un reflejo de lo que eres. De cómo estás por dentro. De cuánto te respetas. De lo responsable que eres en la vida. Bla, bla, bla.
Pero no puedo generalizar. No todo es correcto siempre.
No todo es incorrecto siempre. La vida tiene demasiados matices.
Por eso mismo te lo cuento. Porque he sufrido mucho en muchos trabajos.
Y lo asumo. He tenido que bajar la calidad. Y bajar la productividad.
Hice lo mínimo en muchas ocasiones. Consciente de que me estaba esforzando al 10 ó al 20 por ciento, como mucho…
Pero lo hice para sobrevivir. Porque mi salud laboral, física y mental estaban en juego.
Muchas veces no pude hacerlo mejor.
Solamente supe rendir menos. Para poder aguantar las condiciones que tenía en ese momento. Eso es todo lo que quería soltar hoy. De momento.
No sé qué pensarás al respecto.
Pero ya te aviso de que tampoco te voy a juzgar.
Espero que tengas un buen día y que dediques algún ratico a cosas que te gusten, aunque no sean productivas ni tengan sentido para nadie más.
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P. D. – Uno de mis proyectos más estancados es un libro sobre el escaqueo. Puedes adelantarte y recibir los primeros ejemplares cuando salgan a la luz.