
Loli fue una niña muy buena. La menor de 7 hermanos, todos varones. Era muy inteligente, le encantaba leer, ir a la escuela y aprender. Pero su madre casi siempre estaba enferma y ella tenía que quedarse ayudando en casa. Limpiar, lavar la ropa en la acequia, cocinar o traer agua para el aseo de toda la familia, que trabajaba en el campo.
Siempre se sabía la lección. Aunque estuviera semanas sin poder acudir a clase ni abrir un libro. Llegaba siendo la última y rápidamente la sentaban en primera fila. El maestro le decía a sus padres que era muy lista y que debía estudiar para ser maestra o enfermera. Pero ellos eran muy mayores y ante la duda nunca lo permitieron.
Nunca pudo volar. El caso es que creció con muchas ganas de salir, viajar y vivir. Pasó demasiado tiempo encerrada, educada en el miedo, como en tantos pueblos de la época. Y de alguna manera sigue así. Insatisfecha con la vida. Soñando con melancolía. Con el lema familiar de ser buenos y ayudar a los demás.
¿Sabes un secreto? La alegría y la generosidad nunca se apagan. Por eso una sonrisa cuesta poco pero vale mucho. Aunque le cortes las alas a un pájaro, siempre querrá volar. ¿Colorín colorado?