Dices tú de lo común.
Eso que parece trillado.
Lo que damos por hecho.
Y se supone sabido.
A veces importa.
Porque vale mucho.
Las cosas importantes.
Esas que importan.
Las que convienen.
Esas que valen.
Porque cuentan y rentan.
Porque pintan y sirven.
Para la vida y la venida.
A veces lo pienso. Hay que repasarlo.
Son ideas antiguas.
Conviene recordarlas.
Volver a cursarlas.
Lo cursi,
lo demodé y
lo trillado.
Lo viejo,
lo clásico y
lo pasado.
¿A qué me refiero?
No pienses en filosofía.
Piensa en tu día a día.
Recuerda la bondad.
Piensa en felicidad.
Repite lo del éxito.
Gratitud y amor.
También amor propio.
Alegría sin más.
Valorar lo inmaterial.
Acceder a lo ideal.
Actuar desde la amabilidad.
Practicar eso de ser buenos.
Desear el bienestar ajeno.
Rondar algunas ideas. Religiosas y espirituales.
La virtud. La compasión.
La inclusión de todos los seres.
Aunque parezca difícil y absurdo. Incluso ridículo.
Practica la bondad hacia ti y hacia los demás, incluyendo los que te caen mal. Sobretodo con esos.
Todos somos merecedores.
Tenemos derecho a estar bien o a estar mejor.
Incluso tenemos derecho a estar peor, si así lo preferimos.
No subestimes el poder del optimismo. Ni de la actitud positiva. Ni de lo que nos enseñan las abuelas. Eso nunca pasará de moda.
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