Dices tú de la rutina.
Hay rutinas que te aburren.
Hay rutinas que te agobian.

Yo tengo un truco.

Pero es mío.
Me sirve a mí.
No sé si es para ti.

Te comento cómo intento bailar con la rutina para que no sea algo negativo y tedioso.

Fácil.

Lo intercalo con diversión.
Con rituales que me gustan.

¿Cómo hago para que la rutina no sea rutinaria?

Fácil.

Con práctica.
Con rituales.
Con prácticas.

Son pausas ricas.
Le meto diversión.
Pausas con chicha.
Pausas con enjundia.

Cuando la rutina me apalea, me refugio en mis rituales.

Un café en el balcón.
Escribir por el gusto.
Leer temas extraños.
Garabatear bocetos.
Practicar algo de yoga.
Levantar algo pesado.
Tocar cualquier música.
Sudar un ratico bailando.
Estirar un poco, sin más.
Reír fuerte a carcajadas.
Sentarme a mirar el cielo.
Mirar otras obras de arte.
Pasear despacio y respirar.

Ojo, no hablo de pausas activas en sí, aunque pueden serlo, claro. Hablo de momentos que he decidido integrar en mi vida pero como rutinas voluntarias. Las llamo rituales, aunque sean antoñadas individuales.

Esa es la clave.

Contra la rutina, rutina.
Rutinas voluntarias.

Para volver con otra sensación. Para enfrentarme a la rutina con otra predisposición. Para permanecer más alegre, con mejor ánimo, incluso haciendo algo que no me gusta o me aburre.

Eso quiero en mi vida.

Más rutinas voluntarias.

Para lidiar con las rutinas del trabajo y la casa.
Para calmar la brevedad de nuestra existencia.
Para darle profundidad a cualquier tiempo y espacio.
Para cambiar mi punto de vista y abrir otras perspectivas.

P. D. – Escribir este correo es otra de esas rutinas que me sientan bien. Y cuando me canse de hacerlo público, escribiré para mi lista privada de correo.
https://antonreina.activehosted.com/f/1

Que tengas un buen día con tus rutinas 😉