Nada.
No es mi cumple.
Es otra historia.
Ha sido una anécdota.
El otro día.
Saliendo del aeropuerto.
Le pregunto a un taxista:
-¿Cuánto cuesta el viaje?
-Sé sencantruá.
-San sencantruá?
-No, hombre, sencantruá.
-Ah, ok, ok.
XD
C’est combien la course?C’est 53.153?
Mais non, quand même…
Cinquante trois.
Ah, ok, merci.
Sería el oído.
La falta de costumbre.
Supongo que estaba oxidado.
Porque me encanta escuchar a la gente. Ponerme en su lugar.
El cerebro piensa y también imagina. Nuestra mente interpreta lo que percibe y también sigue analizando posibilidades. Inventando escenarios. Preparando futuros. Nuevas líneas de tiempo que pueden ocurrir. Muchas veces usando los recuerdos, y otras veces creando ideas nuevas. O ideas que al menos parecen nuevas.
Por eso me gusta tanto escuchar a las personas. Mirar a la gente. Ver caras nuevas o conocidas. Cuerpos de muchas formas y tamaños. Diversos aspectos, ropas y vestidos. Accesorios. Pieles de muchos colores y texturas. Pinturas, adornos y complementos. Diferentes olores corporales y perfumes. Seguramente también distintos sabores.
Disfruto observando.
Me encanta.
Es como abrir un libro de aventuras. Con muchos personajes, historias y recuerdos. Gente y situaciones que me evocan otras épocas. Otras situaciones. Otras circunstancias.
Caras que me sugieren conflictos. Otras me recuerdan a enemigos. Unos más temibles que otros. Las hay que parecen salidas de antiguas guerras. Como compañeros y aliados. Otras me inspiran escenas y emociones. Lucha. Romance. Drama. Angustia. Terror. Gula. Lujuria. Risas. Envidia. Espiritualidad. Estatus. Asco. Orgullo. Juego. Disfrute. Estilo. Traición. En fin.
Hay algo.
Un detalle.
Una reflexión.
Ir más allá.
Ahondar más.
No lo sé.
Tal vez debería pararme más y profundizar en cada historia. Cada personaje. Cada escena. Aunque solamente fuera por disfrute. Contar cuentos por diversión. Me impone mucho hacerlo por escrito.
Y es que ya no me atrae tanto escribir fantasía. De pequeño sí que lo hacía. Pero ahora me da vergüenza compartirlo. Me da mucho miedo no saber expresarlo bien. Me faltan tablas como escritor de novelas. Por eso prefiero hablar de antoñadas. Pensamientos. Ideas. Conceptos. Reflexiones.
Lo que sí que hago es contarle muchos cuentos a mi retoño. Leídos o inventados sobre la marcha. Le cuento historias personalizadas. Adaptadas a él. Creadas para el momento. Aprovechando otros relatos. Me parece enriquecedor y útil para su desarrollo. Tampoco lo sé.
Es arte.
Supongo que es arte. Arte efímero. Por eso sigo dándole vueltas al tema de la creatividad, el juego, la imaginación y la expresión. Es arte. Y el arte alimenta el alma. Al menos así me lo parece.
P. D. – ¿Aprovechas algún tipo de arte para tu vida?
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