Vaya.
Tenía otro título: Segando sesgos.
Era demasiado. Mejor te cuento una breve historia. Nada más.
Éranse una vez dos peques en la escuela.
De Loles todos decían que era buena, guapa y lista.
A mí también me lo parecía.
De Andrés todos decían que era malo, feo y tonto.
Yo estaba de acuerdo.
Pasaron casi 30 años de aquello.
Da igual lo que me digan sobre ellos ahora.
Porque adaptaré cualquier información a mi propia versión inicial.
Si Loles hace algo malo, la justificaré. Ella es buena.
Si Andrés hace algo bueno, no me lo creeré. Es malo.
Fin.
¿Me juzgas por pensar así?
Pues tú también sentencias cada día. Y es muy posible que no te des cuenta.
Verás.
No tiene moraleja. Tiene una pequeña reflexión.
Hay un libro que habla de mierdas. Con perdón.
Yo las llamo chorradas.
Paparruchas.
Tonterías.
Me refiero a cualquier cosa que te digan.
Algo que veas en la tele.
Información que leas y que te creas.
Sin pruebas ni más detalles.
Resulta que nos creemos lo que nos conviene.
Nos tragamos cosas sin pensarlo.
Hacemos lo que sea para no cambiar de opinión.
Por eso te lo digo.
Tu mente se cree lo que le conviene.
Creemos la versión que nos da la razón.
Tenemos la mollera dura.
Deja de creerte todas las mierdas.
Solamente porque te vengan bien.
Disculpa si no te pido que me creas a mí.
Cree solamente lo que puedas comprobar.
Sigues a quien te confirma tus creencias.
Pero no solemos revisar los datos.
Preferimos modificar las interpretaciones.
Para no cambiar de opinión.
Simplemente eso.
Tenlo en cuenta.
Sin quererlo, estamos sesgando la realidad.
P. D.- La palabra sesgar me recuerda a segar, en el sentido de cortar. Y yo prefiero acariciar, observar y aprender. En vez de cortar. Para empezar a pensar mejor, lo primero es reconocer nuestros límites y sesgos, ¿no crees? Parecen inevitables.