La espiritualidad libera. Más que la ética, la religión o la moral… y tal vez por eso no se nos enseña. Porque te puede liberar de muchas represiones. Miedos, dudas, inseguridades, violencia, agresividad… Todo eso que te mantiene dentro de un desorden gobernable. Nos han enseñado más a temer que a creer. Siempre estamos esperando que ocurra algo externo. Casi nunca apostamos por nosotros mismos. Ni por todo eso que nos ocurre dentro. ¿Has pensado en tu vida interior? ¿Para qué servirá todo eso que tienes?

Si te hubieran enseñado que ya eres espiritual. Que eres más que tu cuerpo, tu mente, tu familia, tus emociones y tu ego. Que tu aliento va más allá de lo mental. Más allá de lo social y más allá de lo racional. Que tu esencia es infinita y nunca muere. Que todo es una rueda. Un eterno ciclo de nacer y morir… Que la materia no existe. Que todo es energía. Que puedes alinear de manera coherente tu cuerpo y tu mente con tu alma. Para estar bien. Para estar mejor. Para vivir con sentido… Tal vez esa es tu misión. Recordar quién eres y para qué estás aquí.

Desde dentro. Creces desde dentro. Te han dicho que mires fuera de tí. Que esperes ayuda externa. Que te dejes cuidar. Que alguien vendrá y te salvará el culo. Un mesías, un influenser, un gurú… Da igual. Todo es una ilusión. La idea del tiempo es una trampa que nos ata a lo material. Deja de esperar nada. Ya estás aquí y ahora. Descúbrete y observa cómo estás creciendo. Es una cosecha lenta. Te desarrollas con más o menos ayuda. De maestros, de ancestros y de iguales. Visibles o invisibles. Estamos cultivando el amor. Primero el propio. Hacia ti. Después hacia los demás. Hacia el mundo que te rodea.

Mira hacia tu interior. Tal vez sea lo más valiente, loco y rebelde que puedas hacer…

162_Espíritu Libre · @antonReina