
Antes no. No hacía tantas preguntas. No a los demás. A mí sí. Claro. Para pensar… Me daba vergüenza. No las expresaba. No cuestionaba nada. Observaba y tomaba nota. Punto. Solamente preguntaba para saber qué hacer. Cómo hacer las cosas. Preguntaba qué o cómo. Nunca por qué. Nada de cuestionar a nadie. Nada del cómo se hacen las cosas. Los porqués asustan. Hacen pensar. Por eso evitaba el conflicto.
Ahora sí. Me pregunto mucho. Como antes. Y pregunto mucho más. Sin complejos. Me ayuda a pensar. Es un ejercicio de creatividad. Cuestionarlo todo. Pensar contracorriente. Ser una oveja negra, como decía Virginio en tuiter. Compartir inquietudes. Generar conversación. Cultivar mi ignorancia. Ser curioso, como dice Fefo en este gran vídeo. La curiosidad es la base de todo…
Pues yo hago preguntas, cuando lo necesito y muchas. Cuanto más pregunto, más aprendo
Ahí está una que sabe, jejeje.. una que sabe que es mejor preguntar, preguntar, preguntar. Toy contigo 😉