¿Quién me ha timado?
A mí sí.
Otro día te lo cuento.
¿Te ha pasado a ti?
¿Alguna vez te han timado?
¿Por qué hablo de timo?
Pues porque me he dado cuenta de lo mucho que nos hemos creído eso de la mesura. Nada en exceso. El punto medio. Sin abusar. No pidas demasiado y no gastes demasiado.
¿A qué viene eso?
Pues a que ya me he cansado.
Si bien me preparo para la escasez, como gesto de entrenamiento para la supervivencia, también me concedo abundancia. Pero ojo, cuidao. Que no te engañen. Porque una cosa es abundancia y otra despilfarro. Una cosa es disfrutar de lo exuberante que es la vida y otra cosa es gastar demasiado en cosas sin sentido que no necesitas.
Tampoco te vayas de la escasez al derroche.
No caigas en el consumo desenfrenado.
Si en algo quiero escatimar es en el tiempo.
El tiempo que dedico a lo que no quiero.
El tiempo es para invertirlo en lo que sí quiero.
El tiempo y la energía, la atención y la conexión.
¿Y dónde está el timo?
Pues en sentirme frenado.
El timo del escatimo es la privación del disfrute.
No escatimes en tu vida. Tampoco derroches.
No sé si me explico.
Hay que apostar por lo que quiero de verdad.
Decido jugar fuerte por lo que me más me importa.
Ya no necesito trasnochar bebiendo, aunque tal vez sí que me merece la pena salir a cenar y a tomarme algo con alguien que me importe y me aporte.
Ya no necesito abusar de la tele, aunque tal vez sí me parezca importante estudiar, investigar, documentarme en profundidad sobre un tema en particular.
Ya no me hace falta comprarme nada para pasarlo bien, aunque tal vez sí que me quiero gastar el dinero en libros, música o momentos que para mí son de más calidad.
Ya no quiero pertenencias, porque los lujos son otra cosa.
Pasa un buen finde.
Gasta tiempo, energía y dinero en lo que de verdad te parezca importante en la vida.
Yo estoy aprendiendo a escatimar en lo que me interesa.
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