Voy por la calle. Camino por la ciudad.
Me gusta pasear.
Moverme tranquilo.
Pero algo me inquieta.
¿Estoy mirando bien?
¿Voy en buen sentido?
Por la vida, digo…
No sé si tengo que mirar hacia la guardería desde la que se oyen todos los niños llorando o hacia el geriátrico donde veo a todos los mayores aparcados.
También puedo mirar hacia los niños que juegan alegres en el parque y hacia los ancianos que pasean acompañados.
No sé si tengo que mirar hacia la gente que escupe por la calle o hacia los que no saben circular ni con el coche ni con el patinete.
También puedo mirar hacia los árboles, hacia las personas con ganas de vivir y hacia el sol que sale cada día, como el espíritu de una ciudad con ganas de luchar sin descanso.
No sé si tengo que mirar hacia el suelo lleno de basura o hacia el cielo lleno de pájaros.
Esa es mi duda y mi poder.
Debo mirarlo todo.
Para tener más perspectivas con las que jugar. Para cuando no vea salidas. Para ejercitar mi flexibilidad mental. Para mejorar mi capacidad de cambio de opinión.
Es bueno mirarlo todo.
P. D. – Llevo un mes publicando cada día. Me siento muy cómodo con el experimento. También puedo seguir esperando y pensando qué hago con, por y para mi lista privada de correo…
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Pasa un buen día y mira hacia otros lados 😉