
Contrastes de vida.
Contrastes de hospital.
Contrastes allá donde vayas.
En la cafetería del hospi… Unos hablando de vacaciones y tomando el sol. Otros comiendo y bebiendo en silencio, esperando del cargo de acompañante de pareja o familiares enfermos.
A veces, la cafetería del hospital, como cualquier cafeteria, es un lugar donde los sabores se mezclan con las historias y los aromas despiertan los sentidos. Los murmullos de las conversaciones se entrelazan con el entorno de fondo, creando una atmósfera acogedora y vibrante. Es un espacio donde personas de todas las edades y trasfondos se congregan para tomar algo de comida o para intentar sentir una ilusión de alivio a su situación laboral, familiar o clínica.
Ruido de las máquinas de café y ajetreo de gente que está, que va y que viene, unos de uniforme y otros de calle. Casi nada invita a relajarse. Las mesas y sillas llenas, sucias o limpias, todas están esperando para ser ocupadas.
Mirando alrededor, veo a personas que convergen en este lugar: estudiantes, trabajadores, parejas, familiares, grupos… Cada uno con su propio motivo para visitar la cafetería. Todos comparten la búsqueda de un momento de relajación y alivio.
En una mesa, un grupo de sanitarios disfruta de una animada charla. En otra mesa, una persona se sumerge en la lectura de un documento, ajena al bullicio circundante. En una esquina del lugar, una señora disfruta de un momento de silencio y reflexión, parece preocupada.
La cafetería es mucho más que un lugar para tomar café. Es un espacio de encuentro, de conexiones fugaces pero significativas entre personas que, aunque sean desconocidas, comparten un momento y un ambiente común. Es un refugio, un escenario creador de experiencias únicas e inolvidables.
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P. D. – Me estás leyendo en el blog. No sé dónde estaré mañana.
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