Un susurro de quietud persiste en el aire, un eco de vulnerabilidad tan profundo que se vuelve una presencia.
No hay escondite aquí, ni escudo ni armadura, solo el delicado peso de la existencia al descubierto.
El cuerpo, sin adornos, se convierte en un lienzo de sombras suaves y luz tranquila, grabado con el lenguaje tácito de emociones demasiado crudas para expresarlas con palabras.
Habla de fragilidad, de la fuerza que se necesita para estar expuesto y, al mismo tiempo, permanecer completo.
Cada curva, cada contorno tranquilo, se convierte en un reflejo de un yo más profundo, ni completamente visible ni completamente oculto.
Esta es la paradoja del ser: estar despojado de toda pretensión y, sin embargo, sentirse completamente completo.
El aire zumba con la tensión de la presencia, un recordatorio de que ser vulnerable es estar vivo, existir plenamente, sin pedir disculpas, en lo fugaz y lo eterno. . Esta vez el escrito no es mío. Es una traducción del original en inglés.
Es un NFT de The AEYE, un fotógrafo surrealista al que no conozco pero cuya pieza me hizo vibrar y la adquirí en la web3, en la plataforma objkt.com
Adiós y gracias. Que yo prefiero decir “con dios”, aunque suene más antiguo. Porque me parece una despedida más auténtica. Vaya usted con Dios. No tiene comparación. Suena genial.
Ve con dios. O simplemente CONDIÓS. Como decía mi abuela.
Eso se lo digo yo ahora a este año 2024. Gracias. Vaya usté condiós. Lo vivido, vivido está.
Tomo nota de las lecciones que pueda y ya. P’alante. A por el que ya estamos viviendo.
Gracias a Dios.
Es una expresión. Da lo mismo si eres creyente. Practicante. Espiritual. Ateo. Delineante o burbujeante. Gracias por lo vivido.
Gracias a la Vida.
Gracias al Tiempo.
Gracias al Arte.
Gracias a la salud, al dinero y al amor… porque lo son todo: bienestar, riqueza y compasión.
Gracias por la salud y el bienestar. Incluso cuando hubo enfermedad y dolor. Porque me salvó el autocuidado.
Gracias al amor y la compasión. Incluso cuando hubo desamor y me salvó el amor propio.