Coherencia. Con lo que soy, con lo que pienso y con lo que siento.
Poco a poco.
Sin prisa ni pausa.
Es mi desafío. Íntimo. Personal. Intransferible. Privado. Particular.
Estirar dos veces al día. Hacer sentadillas al menos una vez al día. Recoger un poco cada día la cocina y la casa. Ordenar papeles y material. Escribir en mis diarios, blog y club secreto. Llamar a familiares y cumpleañeros del día. Leer al menos un capítulo de uno de los libros que llevo en danza… Avanzar un paso más en el entrenamiento de mi fuerza de voluntad. Sin prisa ni pausa.
No son grandes gestos.
Son gestos acumulativos.
En vez de agua congelada, un buen chorro de agua fría al final de la ducha, que ya estimula circulación y energiza.
En vez de ir al gimnasio, ejercicios de movilidad y fuerza de todo el cuerpo, estilo tibetano, o serie de posturas de yoga.
En vez de escribir el libro entero, cada día redacto un par de páginas. Y en lugar de mirar las redes sociales sin control del infinito, intento aplicar y aportar algo de valor.
En vez de una dieta saludable extrema, evito procesados y algunas combinaciones de comida.
Y en vez de levantarme a las 4 de la madrugada para meditar y respirar, hago al menos una sesión más breve durante el día, pero intento que sea todos los días.
Otra cosa que estoy cultivando desde siempre pero que ahora me propongo hacer de manera directa y más explícita es escribir.
Escribir más.
¿Escribir?
¿A qué me refiero?
A escribir de manera espontánea. Automática. Fluyendo sin más.
Me gusta mucho y nunca me asusta la página en blanco.
Antoñadas… ya sabes.
Unas veces escribo intentando responder a preguntas que me hago. Sobre mí. Sobre mi vida.
Prioridades. Objetivos. Tareas. Agradecimientos…
Otras veces son reflexiones. Ideas sueltas. Sentimientos y presentimientos. Sueños o partes de los sueños que recuerdo haber tenido durmiendo.
Escribo y aprendo.
Será cosa del subconsciente.
O del consciente.
Afirmaciones que necesito recordarme. Por mí. Para mí.
Es una vía expresiva que va en dos sentidos:
– Lo que me sale de dentro, lo que ya llevo programado…
– Y lo que me quiero programar. Lo que quiero grabar a fuego en mí mismo.
Total, que de vez en cuando practico la escritura como gesto de autocuidados y ejercicio de disciplina o entrenamiento de mi propia fuerza de voluntad.